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Foto del escritorPaula A. Rubia Vázquez

El viaje se acaba, reflexiones finales.

Actualizado: 7 jun




En este último post, quisiera cerrar el ciclo del diseño y compartir algunas conclusiones derivadas de la experimentación y la aplicación de teorías activas como la gamificación a entornos virtuales.

Este proyecto de mundo interactivo comenzó con la idea de rediseñar el módulo formativo de Orientación Laboral, Sensibilización Medioambiental y en Igualdad de Género, impartido en todos los Certificados de Profesionalidad del territorio español.


Lo que originalmente eran 10 horas formativas se ha transformado en un diseño de tres meses. La gamificación y los escape rooms eran territorios nuevos para mí, y he descubierto su inmenso potencial: la motivación que generan en el alumnado y la magia de jugar, incluso como adultos. El juego ya no es infantil ni un simple pasatiempo; es algo serio.


El prototipo que he creado ha sido sometido a una evaluación experta, una evaluación de la experiencia de usuario (UX) y, por supuesto, una reflexión personal. Mi alumnado ha sido maravilloso: jugaron, se frustraron y finalmente superaron los retos. Sus evaluaciones han sido altamente motivadoras; casi todas mencionaron que la duración fue demasiado corta y que les hubiera gustado continuar algunos días más. Hablaron de aprendizaje y reflexión, lo que me deja satisfecha tanto como diseñadora que ha sabido enfocar la materia, como  por docente  que ha sabido utilizar eficazmente este recurso.


La evaluación experta me hizo comprender la necesidad de una narrativa sólida. Ahora, después de haber dinamizado esta formación, comprendo su verdadera importancia. Un videojuego siempre narra una historia; es como una madeja que desentrañamos hasta llegar al núcleo del problema. Esta historia no necesita ser fantástica o irreal, simplemente debe guiar. Tan sencillo y a la vez tan complejo.


Mi reflexión me lleva a valorar el juego como una herramienta poderosísima en educación. Me reafirma en la defensa de la profesión del diseño tecnopedagógico, a menudo poco valorada y con límites difusos respecto a la docencia. Además, me impulsa a plantear nuevas propuestas y a seguir aprendiendo, viajando y encontrando la magia y el aprendizaje en cada paso.


Como mencioné en la primera entrada de este blog, “el viaje se acaba, pero el camino no ha hecho más que comenzar”. - Pier Paolo Pasolini, en Pajaritos y pajarracos (1966).


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